- Tipo de piscina. De acero, de madera, de plástico, de resina e incluso de aluminio. Por ejemplo, las de acero y aluminio tienden a oxidarse con el tiempo, por lo que es recomendable que la superficie sea galvanizada.
- Tamaño. ¿Qué espacio tienes y qué espacio va a ocupar la piscina? Ten en cuenta las dimensiones de la piscina, pero también la instalación por si fuera necesario incorporar otros elementos que también utilicen parte del espacio de tu jardín.
- Instalación y mantenimiento. Por ejemplo, las piscinas inflables son más fáciles de mantener porque las puedes desinflar cuando acabe el verano. Algunas que llevan armazón de acero se pueden desmontar, pero otras tendrás que mantenerlas durante el invierno.
- Seguridad. Primordial, sobre todo cuando hay niños. Valora si la escalera es fácil de quitar y poner o la instalación de una barrera para que no puedan entrar si tú no estás delante.
- Precio. Las hay más baratas y más caras en función del tamaño y de la calidad de los materiales de fabricación.